Lo primero que vimos en Hualien fue un templo que nos recomendaron en el hostal. Nos advirtieron que fuéramos inmediatamente, y al llegar entendimos porque. Lo que no logramos entender es que estaba ocurriendo delante nuestro. La primera foto de este post refleja la situación en la nos encontramos. De repente bajaron de un bus un grupo, todos vestidos de blanco. Se colocaron en fila, y comenzaron uno a uno a desfilar hacia la entrada del templo, haciendo movimientos que nosotros no conocíamos, y que probablemente no habíamos visto nunca. Suponemos que era algún tipo de ritual, ya que los participantes se veían muy concentrados, y ninguna de las personas observándolo se extrañaban por lo ocurrido. El desfile terminaba al pasar una pierna por encima de un "mini fuego" que habían prendido justo en frente del templo. Cabe mencionar que encendieron tal llama sin previo aviso justo donde Priyanka y yo nos encontrábamos haciendo fotos... Tal vez fue su manera sutil de comunicarnos que debíamos apartarnos.
Hay que resaltar sobretodo un hombre en particular, que se entregó totalmente por la causa. Se convirtió rápidamente en nuestro ídolo, con ese zapateao al estilo taiwanés, que del alma le salió.
